domingo, 23 de abril de 2017

VIDA CONTEMPLATIVA Y ORACIÓN:

Las Agustinas Descalzas somos monjas de vida 
íntegramente contemplativa.



Profesamos clausura papal. Esto quiere decir que estamos sujetas a las normas de la Iglesia Universal, para todos los monasterios de clausura.


Lo propio de nuestra vocación contemplativa es la oración.

En sus dos vertientes, -oración mental o personal, y oración litúrgica-.


En Santa Teresa de Jesús, nuestra madre espiritual, encontramos una maestra de oración, y leyendo sus obras y escritos, las monjas agustinas descalzas podemos aspirar a conseguir los más altos grados de contemplación. 


Para nuestra oración nos inspiramos en la meditación de la Palabra de Dios, las Sagradas Escrituras, y de la liturgia. 

Muy principalmente nos nutrimos de la Eucaristía, como nuestro fundador nos manda. 

Por lo tanto, como comunidad orante, tratamos de intensificar el espíritu de oración y la oración misma. 


En la oración buscamos el rostro del Señor y descansamos en Él, como el Esposo divino de nuestras almas. 


La quietud y el silencio del claustro son medios que ayudan a sostener y avivar nuestro afán de Dios. 

Damos gracias al Padre, le alabamos, le glorificamos, reparamos, y además intercedemos por toda la Humanidad. 

Tenemos cada día dos horas de oración mental, y además rezamos todas las Horas Litúrgicas que prescribe la Iglesia para las personas consagradas, -aunque actualmente, cada vez más, también lo rezan los laicos comprometidos-. 

Buen aviso de Santa Teresa de Jesús, es meditar por la mañana y traer presente todo el día lo que hemos meditado, poniendo en este ejercicio mucho empeño y cuidado, pues podremos sacar mucho provecho espiritual. 

Nuestro modo de evangelizar al mundo no consiste en hablar, tener colegios, ni hospitales, ni centros de asistencia a ancianos, atención a los pobres, etc....a ninguna de las obras sociales de misericordia directamente con las personas, sino en la oración y el encuentro con Dios, y en la vida en común con las hermanas de nuestra Comunidad. 

También tenemos trabajos dentro del monasterio. 

Por vocación, nuestro deseo es de entregar nuestra vida a Dios, y en Dios a los demás hermanos. Es una vocación muy especial de Dios, un don particular. Dios se hace el Absoluto de nuestras vidas, desde la adoración y reparación a Jesús en el Sacramento de la Eucaristía. 

En la vida contemplativa Dios habla a nuestro corazón en el encuentro con Él de la oración. Es una vida llena de amor y felicidad.



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