Como cada año, la Iglesia en España celebra la "Jornada Pro Orantibus", expresión latina que significa "día por los que oran".
Nuestra comunidad de Agustinas Descalzas somos ese corazón orante, antorcha que ilumina en medio de la noche y de las tinieblas de este mundo.
Rezad por nosotras, para que sigamos elevando nuestra oración silenciosa y continua por toda la Iglesia, por cada uno de vosotros y por toda la Humanidad.
Una monja contemplativa tiene que ser -todo el mundo espera que sea-
un alma de oración. Es un alma orante. Pero… ¿qué es un alma de
oración? Un alma de oración, una persona de oración, no es alguien que ora
siempre, que está diciendo siempre oraciones. Es una persona que hace de su vida, de todas las circunstancias de su vida -aún
las más prosaicas y las más simples- una oración: un acto de oración, no
palabras, oraciones. Es aquella que de toda su vida, de cada latido de su
corazón, de cada inspiración y espiración de su aliento, hace una oración. Es
aquella que ha transformado su vida en oración.
Un alma de oración es la que ha llegado a identificarse
plenamente con los sentimientos y las aspiraciones del alma de Cristo. Ser un
alma de oración no consiste en pasar mucho tiempo de rodillas hablando
incesantemente a Dios, sino que es una vida que se transforma porque la persona
es consciente de que Dios está dentro y
fuera de ella, encima y debajo, arriba, en torno, alrededor de ella,
rodeándola, absorbida por El.
Ser una persona de oración no significa ser una persona
cuyas palabras, hechos y pensamientos son siempre sobre Dios, sino dirigidos a
Dios, orientados a Dios. Una monja que coma, y beba y duerma y trabaje, ría,
llore, cante y baile, sufra y triunfe y fracase y se regocije en Dios y por
Dios… es un alma de oración. Es la que ha orientado toda su vida a Dios. No es
la que ora en determinados momentos, sino la que ora siempre, aquella en que la
oración es parte de su ser, parte de su identidad, de su vida. La que no sabe
vivirse a sí misma sin Él, sin Cristo.
La oración es un modo de vivir, es un atmósfera en la que nos movemos, en la que existimos. La oración es enfocar
toda nuestra vida a Jesucristo. Porque Jesucristo es la Luz que presta valor a
cualquiera de nuestros actos, aun los más triviales, los más simples. Esa
orientación, esa dirección deliberada y consciente de vivir toda nuestra vida
orientada en esta dirección que es Cristo, y desde Cristo, hace que cada uno de
los actos de nuestro día a día, de nuestra vida, sean un acto de alabanza, un
acto de adoración.

Madre Fermina de Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario